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louis vuitton

Louis Vuitton es el claro ejemplo que una idea bien consolidada, la innovación y especialización y el trabajo bien hecho pueden llevar a la persona más humilde a convertirse en el más grande diseñador de marroquinería de la historia de la moda.

La suya es la historia de un joven que llegó a la capital francesa sin ninguna pretensión de futuro y que llegó a consolidar la que a día de hoy sigue siendo una de las grandes firmas de lujo a nivel internacional. ¿Me acompañas a conocer esta increíble historia de dedicación y superación?

De empaquetar su vida en una maleta a crear artículos de viaje de lujo

Louis Vuitton nació el 4 de agosto de 1821 en la aldea francesa de Anchay, en el seno de una familia humilde.

Con tan solo 16 años y tras el fallecimiento de sus padres, decide mudarse a la capital recorrido que hace a pie.

Llega a París en medio de plena revolución industrial, situación que hacía que su futuro no fuese mucho mejor que su pasado. Pero, gracias a los conocimientos adquiridos en su villa natal en cuanto a carpintería y artesanía, muy pronto consiguió encontrar un oficio, aún sin saber que ese sería el final de sus problemas económicos.

Comenzó a trabajar como aprendiz en el taller de Monsieur Marechal, quien por aquel entonces era un famoso fabricante de baúles, lo que le llevó a aprender el oficio, el cual marcaría el comienzo de su nueva vida.

Fundación de Louis Vuitton y su gran legado

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El joven Louis abrió su propio taller para fabricar baúles en el año 1954 y no tardó en destacar en el sector, dado que fue el propulsor de grandes innovaciones, como la creación de equipaje rectangular que facilitaba su colocación o la sustitución del cuero por lona para mejorar la estética, el peso y el olor de las maletas.

También intervino en su fama la introducción de su logotipo, el clásico monográfico “LV” que estampaba todas sus creaciones y que le dieron un nombre propio a las mismas, aunque esto sucedería más tarde.

Todo ello le llevaron a convertirse en el proveedor de personalidades de renombre, como la por aquel entonces emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.

A su muerte, en el año 1892, dejó un catálogo de todas sus creaciones como si de un testamento se tratase. Y lo que comenzó siendo un simple negocio familiar de creación de maletas, el cual heredó su hijo Georges, llegó a posicionarse como una de las grandes compañías de lujo a nivel internacional.

Y es que a pesar del fallecimiento del creador, la firma Louis Vuitton no había hecho más que empezar su carrera hacia el estrellato.

Como ya se adelantaba, su hijo Georges fue el heredero directo de su legado y buscó expandir la compañía que con tanto duro trabajo su padre había sacado adelante y presentársela al mundo entero. Y eso hizo en el año 1893, cuando presentó sus productos en la Exposición Mundial Colombina celebrada en la ciudad de Chicago.

Fue también bajo su mandato que se creó la lona del monograma de Louis Vuitton, la cual se registró como patente como logotipo de la compañía.

Llegado el nuevo siglo, en 1901, se presentó su primer bolso de cabina, una pieza de equipaje diferente a las tradicionales dado su pequeño tamaño.

Fueron numerosas las creaciones icónicas de la compañía, que más tarde se sumaría a la creación de prendas de ropa y otros complementos. Pero, sin duda, uno de los momentos más importantes para la firma fue su fusión con Moët Chandon y Hennessy, creadores de bebidas de lujo también franceses, con quienes fundaron el famoso grupo LVMH en el año 1987.

Cabe destacar que uno de los grandes nombres que han estado al mando de la compañía ha sido el diseñador Marc Jacobs, diseñador con una carrera apoteósica.

Sin duda, Louis Vuitton no sólo es sinónimo del más famoso creador de equipaje de lujo de la historia de la moda, sino que conociendo su historia, también podemos decir que es sinónimo de resiliencia, de lucha contra la adversidad y, por supuesto, de triunfo.


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